Se trata de una aceituna afrutada, escarrada de los árboles y no plegada del suelo.
Al molino llega en sacos o en remolque. A continuación, se meten en un depósito donde pasa a una máquina llamada ventadora, que sirve para quitar las hojas.

Luego se pesan las aceitunas y finalmente pasan a lavarse con agua justo antes de llegar a las piedras del molino.

Una vez limpias llegan a los rodillos donde se pisan y se forma una masa homogénea formada por los huesos, el agua, la piel, y el bueno del fruto que es el que lleva el aceite.

Esta pasta se pone en cofines inocuos que se van apilando uno sobre el otro hasta que se acabe la pasta. A esto se le llama "pie", que se coloca en una prensa hidráulica y, con la presión que ejerce sobre la pasta, se consigue separar el sólido del líquido.
Este sistema de extracción del líquido dorado se llama PRENSADO EN FRÍO, que es el característico del molino tradicional y que permite conservar todas las propiedades (vitaminas y antioxidantes) del aceite.

Por último, por decantación, el líquido llega a unos depósitos especiales que, por la diferencia de densidad (el aceite arriba y el agua debajo), se separan. Después, con las herramientas adecuadas y tradicionales, se separa el aceite del agua y el proceso finaliza.
La pasta sobrante, que se le llama sansa (pasta orujo seco), se saca de los cofines y éstos vuelven a quedar preparados para empezar otro "Pie".